Hubo una mujer que me cautivo, era simple e ingenua, sabía poco y nada de filosofía, de literatura y mucho menos de política, pero verla patear piedras hasta el cielo era algo mágico.
Cuando cayó la noche me junté con el club a tomar algunos whiskys, alguna ginebra, cointreau o lo que hubiere para calentar, y escuchar algunos discos de East coast standart Jazz, todos absortos, abstraidos, absurdos, abducidos, todos bobos menos ella, que se empeñaba en patear piedritas en la pentatonica de La menor, que es mucho más linda y sencilla que esas Dóricas mixolidias que tanto le gustan a todos...
Pero la noche fue avanzando y me agarró un sueño galopante, tan duro que me vi obligado a volar rápido rápido de París a mi casa para poder dormir. Dicho esto, cerré el libro e Ipso facto!, durmiendo en mi cama, ácá en Buenos Aires.
Hoy me di un gusto que hace rato no me daba, ida y vuelta a París en tan solo 3 horas, montado en un avión de 500 y pico de alas. Hoy viaje a París montado en el lomo de "Rayuela"
Gracias Don Julio!