Bien, después de un breve pero intenso lapso de oscuridad (las cosas no siempre son lo que uno quisiera que sean), volvió la luz.
Y volvió de una forma rara. O al menos parece rara, desde la estupida tendencia de pretender buscar siempre el sol, sin darnos cuenta de que por noche tenemos miles de estrellas, que son lo mismo pero desde más lejos.
Ahora que veo las estrellas y entiendo que no me hace falta el sol, es cuando vuelve a salir. Entonces voy a dejar que me queme un poco la piel y las cicatrices, y voy a tratar de quererlo como es y cuándo está.
Así, cuando por algún motivo me vuelva a faltar, vuelva la sombra y no lo encuentre, un poco del calor que supo darme va a salir del placard de mi memoria a confortarme los huesos fríos.
Volvio la luz a mi cuarto, y hoy me di cuenta que tengo mil soles.
No se puede pedir más.
ESPERANDO EL CLÁSICO...
Hace 10 años
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